Yo nací en 1970, año en el que se aprobó en España la Ley General de Educación y se creó la desaparecida E.G.B que incluía los estudios primarios obligatorios. Relacionando el tema con aquella fecha, pienso que todos necesitamos urgentemente clases particulares de educación general básica, volver al principio de nuestra vida educativa y plantearnos qué estamos haciendo mal y cómo eliminar nuestros comportamientos individualistas, egoístas e irrespetuosos que hemos asumido con normalidad. No soy un anciano cascarrabias que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. Soy joven y así me siento, pero también soy muy crítico con lo que me rodea. Mi hijo tiene 19 años y ha conocido las nuevas tecnologías y sus fantásticas utilidades desde que nació. Tiene más oportunidades para estudiar que sus padres y está a años luz de las posibilidades que tuvieron sus abuelos. Mi mujer y yo le apoyamos en todo y le damos un empujoncito cuando flojea su ánimo y la pereza hace acto de presencia en sus días escolares. Tiene las herramientas necesarias para construir poco a poco un camino que le lleve a alcanzar sus objetivos profesionales en el futuro y desarrollar su vocación. Pero… ¿sabrá ser una buena persona durante toda su vida? En mi escala de valores ocupa la primera posición que mi hijo sea un buen niño y un futuro adulto preocupado por los demás. Después me fijo en todo lo demás, el esfuerzo y la constancia en el trabajo. Rechazo la idea de estudiar para tener como único objetivo ganar dinero y obtener una posición social relevante. Estudiemos también la carrera de cómo darnos cuenta que en este mundo no estamos solos y el prójimo también existe y convive con nosotros. Quizá estemos a tiempo de cambiar muchos de los malos comportamientos que vemos en la calle a diario y que forman parte de nuestra educación, sí… educación, esa que no se estudia ni se premia con diplomas, la educación de la universidad de las buenas personas. No quiero pensar que la gran mayoría de sujetos van por la vida “a lo suyo”, “a su bola” … ¿Os relato algunos ejemplos que me irritan y me ponen de los nervios? No son casos puntuales, nos los encontramos cualquier día del año en nuestras ciudades, hay grandes adictos a saltarse los principios básicos de los buenos modales y hacer en todo momento lo que les da la gana sin tener en cuenta las consecuencias para los demás. Yo como soy un chico muy educado, lo adorno con humor…
El pan nuestro de cada día:
Con cariño y sin ánimo de molestar, comienzo esta pequeña lista de educados
recordando a ese señor o a esa señora que se dirige a la panadería de su barrio
a comprar media barra, ve una larga cola de clientes, camina hacia el
dependiente a la velocidad de la luz como si hubiera un incendio en el local,
ignora a los vecinos que esperan pacientemente su turno como si fueran
invisibles, con gran habilidad se sitúa en primera fila intentando realizar su
compra. Ante el enfado y las protestas de todos, dice con cara de sorpresa:
“Con las prisas, no he visto a nadie”. La cara dura no tiene límites, no…
Otro
caso de educado sin remedio, Vehículo
aparcado por emergencia, estoy en el bar: La sangre se me sube a la cabeza
cuando un coche estaciona tranquilamente en una carretera frente a la puerta de
un bar, ocupando uno de los dos carriles e impidiendo el tráfico fluido. Los
conductores cuando se encuentran con el obstáculo sobre ruedas tienen que
detenerse y esperar el momento en que no circule ningún automóvil por el carril
contrario para avanzar. Da igual llegar tarde al trabajo o que se produzca un
accidente por culpa de un hombre de Neandertal que sin vergüenza alguna se toma
una cerveza a la salud de los cabreados que ofrecen con las bocinas un
concierto improvisado para el disfrute y deleite del vecindario.
La
última muestra de individuos maleducados que debemos censurar y reprender
públicamente, según mi criterio, son los que bautizo como jóvenes matrimonios pachorra,
fácilmente reconocibles los fines de semana en restaurantes, especialmente en
los de comida rápida. Son muy eficaces para combatir nuestra obesidad y nos
ayudan a mantener nuestro cuerpo en forma, ya no nos permiten comer en paz y
nos cortan el apetito. Este tipo de
parejas invaden el recinto gastronómico con sus tres o cuatro hijos. Con una
tranquilidad excesiva se dedican a hablar y mirar el móvil, despreocupándose
totalmente de sus niños. Los locos bajitos como los llamaba Serrat en una de
sus canciones, gritan, se tiran al suelo, corren a lo largo y ancho del local,
incordiando a los comensales y perjudicando el trabajo de los camareros. Todo
el mundo se incomoda y soporta con resignación la situación. Ni el padre ni la
madre se abochornan del espectáculo de sus hijos. La educación básica una vez
más brilla por su ausencia. Esos niños podrán estudiar en los mejores colegios,
pero quizá se conviertan en adultos caprichosos y egoístas que no sabrán convivir
con el conjunto de la sociedad gracias a la actitud consentidora y muy pasiva de
los progenitores.
Os he acercado a tres momentos cotidianos que me enojan, sólo ha sido una pequeña selección de faltas de educación que yo borraría de un plumazo para hacernos la vida más agradable los unos a los otros. Pero no olvidemos que cada día se nos presenta una oportunidad para recuperar el curso y aprobar con excelente nota en la universidad de las buenas personas.
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